Como colombiana, crecí en una nación marcada por la violencia y el conflicto armado. Estas cuestiones captaron mi interés desde muy joven; aprender sobre ello me parecía vital para comprender mi país y los factores que impulsan los conflictos en todo el mundo.
En 2016, Colombia firmó un acuerdo de paz histórico e inició un proceso de dejación de armas. Afiancé mi pasión por los temas de paz, seguridad y desarme, así como por el desarrollo de los países emergentes al ser testigo de estos acontecimientos. Quería involucrarme y realizar mi propia contribución.
Sin embargo, cuando me mudé a Francia en 2019, para realizar mi maestría en Relaciones Internacionales y Diplomacia, descubrí que la competencia por las oportunidades puede ser dura. Al solicitar pasantías en todo el mundo, me enfrenté a preguntas y preocupaciones no solo por mi falta de experiencia profesional, sino también por mi condición de mujer joven latinoamericana.
Los numerosos rechazos que enfrenté contribuyeron a que comprendiera mejor la naturaleza sistémica de este desafío. Si no se ofrecen oportunidades en este sector a los jóvenes, especialmente a las mujeres, ¿cómo podemos adquirir la experiencia que necesitaremos para incorporarnos a dicho sector como profesionales?
Finalmente, el Centro Regional de las Naciones Unidas para la Paz, el Desarme y el Desarrollo en América Latina y el Caribe (UNLIREC) abrió sus puertas para que aprendiera, trabajara y profundizara mi interés en el desarme, la no proliferación y el control de armas. Ello significó un gran avance en mi carrera. Como parte del equipo de género del Programa de control de armas convencionales de UNLIREC, colaboré con líderes de diversos ámbitos y contextos para trabajar por nuestros objetivos en común. Aprendí, gracias a la asistencia de mis nuevos colegas, que el desarme puede abordarse de varias maneras, incluso desde el punto de vista técnico, práctico y jurídico.
Participé en dos proyectos principales: “Mujeres, desarme, no proliferación y control de armas” y “Combatir el tráfico ilícito de armas y municiones en América Latina y el Caribe”. Logré apreciar y comprender mejor el trabajo de desarme en esta región y en el mundo entero mediante la investigación, la organización sistemática, el monitoreo de noticias y mucho más.
Además, continué aprendiendo sobre la Agenda de Desarme del Secretario General y sus cuatro pilares: eliminar las armas de destrucción masiva, promover el control de las armas convencionales, abordar los desafíos de las nuevas tecnologías y fortalecer las alianzas para el desarme. El estudio de la Agenda me permitió comprender la razón por la que el desarme tiene que estar en el centro de los esfuerzos mundiales para construir la paz y las relaciones internacionales estables.
Tras nueve meses en UNLIREC, tuve la oportunidad de contribuir en la organización de dos eventos importantes.
El primer evento fue una ceremonia de lanzamiento de la cuarta edición de Fuerzas de Cambio, una publicación que destaca el compromiso, los desafíos y los logros de las mujeres latinoamericanas que trabajan en el desarme, la no proliferación y el control de armas. Fue inspirador aprender sobre estas increíbles mujeres, y acabé sintiéndome aún más motivada para dedicarme a este sector y conseguir logros impresionantes. En el evento también se celebró el décimo aniversario de la resolución 65/69 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en la que los países reconocieron que tanto las mujeres como los hombres son esenciales para alcanzar la paz y la seguridad sostenibles. Afortunadamente, el mundo es cada vez más consciente de este hecho, pero todavía es necesario trabajar mucho más para garantizar la participación igualitaria de las mujeres. Para ello, tenemos que seguir transmitiendo a los jóvenes el mensaje de que la paridad de género es fundamental para alcanzar la paz y la seguridad sostenibles que todos deseamos y merecemos. Tenemos que persistir.
El segundo evento al que brindé mi apoyo fue un “coloquio virtual” en el que cinco mujeres que aparecen en Fuerzas de Cambio compartieron sus experiencias y ofrecieron asesoramiento de forma directa a estudiantes y a otros jóvenes. Nuestro objetivo era involucrar a los jóvenes en los asuntos de desarme porque, como declaró unánimemente la Asamblea General de las Naciones Unidas en la resolución 74/64 sobre “La juventud, el desarme y la no proliferación”, los jóvenes realizan una contribución importante y positiva a la promoción y el logro de la paz.
Si se consiguen, promueven y crean más oportunidades para que los jóvenes aprendan y tengan un mayor interés en esta área de gran importancia, nosotros, como jóvenes, podemos crear alianzas, alzar nuestras voces y convertirnos en nuestra propia “fuerza de cambio”. En América Latina y otras regiones que se enfrentan a los desafíos planteados por las armas de fuego, esto puede significar la promoción conjunta de respuestas concretas que contribuirán al progreso y al desarrollo de nuestras comunidades.
En UNLIREC, fui testigo y aprendí de personas que trabajan por el desarme, la no proliferación y el control de armas en toda América Latina. Dicha experiencia me hizo interesarme aún más en el abordaje de estos asuntos de manera profesional, pero sobre todo me convenció de que mi propio trabajo por la paz realmente es de gran ayuda. Asimismo, aunque mi pasantía fue totalmente virtual debido a la pandemia, pude formar parte de un cambio histórico ya que la organización se reinventó mediante cursos virtuales y otras herramientas.
Mi deseo, como mujer joven latinoamericana, es seguir aprendiendo sobre estos temas para poder compartir mis conocimientos e inspirar a mis compañeros. A medida que más jóvenes se involucren en el trabajo por la paz y la seguridad, podremos aprovechar nuestro talento y creatividad para liderar los esfuerzos internacionales hacia la reconciliación y la erradicación de los conflictos armados.
Por lo tanto, te invito con profunda esperanza y sinceridad a ti, el lector de este mensaje, a participar conmigo en esta transformación.