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Es necesario un cambio, ¿Te animas a ser parte?

Luciana Vázquez
#Youth4Disarmament Member
Luciana Vázquez expresses how important it was to join a group of motivated young scientists interested in biological disarmament and non-proliferation.
Luciana Vázquez expresses how important it was to join a group of motivated young scientists interested in biological disarmament and non-proliferation.

Diciembre de 2018. Planeo mis vacaciones de verano como cualquier otro año. Prendo la televisión, y comienzo a ver los titulares: “En el sur de Argentina hay un brote de Hantavirus”. El Hantavirus es una enfermedad zoonótica que se transmite de roedores a humanos. Lo diferente de esta cepa, es que se transmite de persona a persona, facilitando la propagación del virus. En el transcurso de días, comienzan a fallecer personas de todas las edades. El miedo comienza a tomar protagonismo en los habitantes de las ciudades sureñas y la desinformación abunda en los diferentes medios de comunicación.

A las pocas horas, recibo un llamado de mi jefe: “Hay que ir a Certificar las Cabinas y evaluar las condiciones de bioseguridad en las que se trabaja, capacitar al personal y a la comunidad y transmitir seguridad y conocimiento”. Pero ¿Cuál era el fin de todo esto? Que conozcan un modo seguro de trabajar y protegerse ante un virus de fácil transmisión, que, además, ya había comenzado a asustar a la población.

No lo pienso dos veces, preparo mis cosas y comenzamos los viajes. Cuando llegamos nos encontramos con una ciudad que vivía del turismo, sofocada por los medios y también por el miedo. La ciudad, presentada en las noticias como “la ciudad fantasma” y los turistas que poco a poco dejan de llegar. En los diarios aparecen animales con barbijo, dejando a entrever que animales domésticos podrían contraer el virus.

El miedo y la desinformación eran tales que entendí dos cosas:

Por un lado, la importancia de nuestro rol como expertos en Bioseguridad. Divulgar información adecuada y de calidad al público, implementar barreras de protección y contar con personal capacitado constituyen aspectos claves para contener un brote de este tipo. Por otro lado, también tome conciencia de los daños que puede causar un agente biológico y del desastre que se puede ocasionar si es utilizado de forma intencional, como arma biológica.

Diciembre 2019 y parece que este mes está destinado a no ser tranquilo. Empieza a resonar el nombre “Covid-19”. En un principio, las muestras de todo el país se procesaban en el Instituto Malbrán, en Buenos Aires. Ustedes tal vez se preguntarán, ¿Y esto por qué? ¿No era más fácil que muchos laboratorios puedan procesar las muestras? La respuesta es sí, por supuesto. Pero las condiciones necesarias de Bioseguridad y Biocustodia para manipular las muestras y la puesta a punto de la técnica para realizar los diagnósticos, sólo se encontraba en el Instituto Malbrán, en el Laboratorio Nacional de Referencia. A medida que los casos comenzaron a aumentar y que la propagación llegó a las distintas provincias, fue necesario descentralizar los diagnósticos, para tener una respuesta más rápida a la pandemia.

Allí comenzó mi trabajo. Soy la única Certificadora de Campo acreditada del Ministerio de Salud para certificar las cabinas de seguridad biológica. Son equipos de laboratorio que actúan como barrera de protección entre la muestra y el operador, brindando la protección necesaria tanto al operador como a la muestra y el ambiente.

Cuando un virus se disemina tan rápido, es importante moverse más rápido que él. No iba a ser una tarea fácil. Viajé a todos los laboratorios de referencia de las distintas provincias argentinas para certificar las cabinas de seguridad biológica. También asistimos, con las recomendaciones adecuadas de Bioseguridad y Biocustodia para dejar los laboratorios habilitados para poner a punto la técnica para el diagnóstico. Empezamos por viajar en vuelos interprovinciales. Cuando se cancelaron por la pandemia, continuamos por tierra y con aviones privados o aviones sanitarios. Fue una lucha contra el tiempo, con la desesperación de querer llegar a todas las provincias a tiempo, y ver la rapidez con que el virus se diseminaba.

Me sentí por momentos como el Coyote corriendo tras el Correcaminos. Fueron un total de 62 días de viaje y 104.598 kilómetros recorridos, a lo largo de las 52 ciudades en las 23 provincias del territorio Argentino. Logramos certificar 123 cabinas de seguridad biológica de los Laboratorios de Referencia Provinciales.

Aprendí lo rápido que puede moverse un virus. Puede atravesar cualquier tipo de fronteras. Me di cuenta de la dificultad que representaría frenar un arma biológica y como los avances en ciencia y tecnología facilitan el desarrollo de agentes biológicos como armas.

En línea con mi recorrido y formación, este año tuve el agrado de formar parte de la segunda promoción del Taller de Diplomacia en Bioseguridad para Jóvenes Científicos del Sur Global – también conocido como Youth for Biosecurity workshop. Ustedes se preguntarán y ¿esto en qué consiste? Interactué con excelentes profesionales de diversos países y tuve la posibilidad de escuchar disertantes con grandes trayectorias. Compartimos inquietudes y debatimos sobre temas claves relacionados con la bioseguridad y el desarme, así como también la no proliferación de armas biológicas.

 En resumen, quiero trasmitirles la importancia de juntarme con un grupo de jóvenes científicos motivados e interesados en el desarme biológico y la no proliferación. Es esencial tener más jóvenes involucrados para promover la paz y la seguridad.  

Tenemos que lograr un cambio en Bioseguridad. Se logrará a través de más reglamentaciones, pero el cambio puede comenzar por nosotros mismos. Solo es cuestión de dar el primer paso.

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